Sipnosis
Una noche helada, con un frio que se internaba en los huesos, se posaba en el cielo. Encapotada y cubierta por una capa uniforme totalmente obscura, no se registraba ninguna estrella en aquel firmamento.
Solo sobresalía de aquel acobijo negruzco, una luz pálida y tenue emitida por una luna más grande de lo habitual su claridad traspasaba las densas capas de neblina grisácea. Su luz se daba entrada, se abría paso, se escabullía y se colaba entre las rejillas de las ventanas de las habitaciones y la sala principal. El farol natural de aquella majestuosa luna, se corrompía por un árbol inmenso, las sombras siniestras de sus innumerables ramas se reflejaba por los pasillos de mi hogar, dándole la impresión de un lugar sombrío y abandonado. Las continuas ráfagas de viento frio golpeando las ventana, meciendo las puertas de un lado a otro con tal estruendo de rechinidos, era lo único audible de un silencio abrumador. Los pasillos con escaza iluminación, retorcidos, estirados y estrechos con numerosos cuadros colgando de sus laterales se extendía hasta tenderse al pie de la sala principal.
Sipnosis.Naci una tarde cuando el sol declinaba en la poniente y en el linde se atisbaba el ocaso, o al menos asi lo cuenta mi madre Anastacia Clemente Blanco era una mujer esbelta, con ojos castaño osccuro y su pelo a del mismo matiz, no era muy alta mas bien menuda y es la persona con el corazon tan grande como su razon. Esa misma tarde mi papa llega fatigado y presuroso ante la grata sorpresa que su hijo naceria varon, la jovialidad imperaba en el, se sentia lleno de contento y danzaba y sonreia, pocas veces lo logre ver a tan feliz como en aquella ocasion. Mi padre Marco Araujo era de fisonomia robusta, por el gran esfuerzo que debia realizar en los campos de trabajo, con los ojos negro y una cabellera que se tendia en su espaldar entrecanada. Hay me encontraba en una sala intregada por mis padres y el colaborador del parto, en los albores de mi vida., cuando ya la noche enmantelaba me pusieron Hector Blanco Araujo.
Sipnosis.
Solo sobresalía de aquel acobijo negruzco, una luz pálida y tenue emitida por una luna más grande de lo habitual su claridad traspasaba las densas capas de neblina grisácea. Su luz se daba entrada, se abría paso, se escabullía y se colaba entre las rejillas de las ventanas de las habitaciones y la sala principal. El farol natural de aquella majestuosa luna, se corrompía por un árbol inmenso, las sombras siniestras de sus innumerables ramas se reflejaba por los pasillos de mi hogar, dándole la impresión de un lugar sombrío y abandonado. Las continuas ráfagas de viento frio golpeando las ventana, meciendo las puertas de un lado a otro con tal estruendo de rechinidos, era lo único audible de un silencio abrumador. Los pasillos con escaza iluminación, retorcidos, estirados y estrechos con numerosos cuadros colgando de sus laterales se extendía hasta tenderse al pie de la sala principal.
Sipnosis.Naci una tarde cuando el sol declinaba en la poniente y en el linde se atisbaba el ocaso, o al menos asi lo cuenta mi madre Anastacia Clemente Blanco era una mujer esbelta, con ojos castaño osccuro y su pelo a del mismo matiz, no era muy alta mas bien menuda y es la persona con el corazon tan grande como su razon. Esa misma tarde mi papa llega fatigado y presuroso ante la grata sorpresa que su hijo naceria varon, la jovialidad imperaba en el, se sentia lleno de contento y danzaba y sonreia, pocas veces lo logre ver a tan feliz como en aquella ocasion. Mi padre Marco Araujo era de fisonomia robusta, por el gran esfuerzo que debia realizar en los campos de trabajo, con los ojos negro y una cabellera que se tendia en su espaldar entrecanada. Hay me encontraba en una sala intregada por mis padres y el colaborador del parto, en los albores de mi vida., cuando ya la noche enmantelaba me pusieron Hector Blanco Araujo.
Sipnosis.
La luna se dibujaba en el lienzo y la noche suspiraba con sus aires benignos, rememorando algunos recuerdos que arrian el sembradio de temores en mi, surca por mi mente aquel en que en el misterio de la oscuridad unos ojos amarillos velaban mi sueño. Mi pecho subia y baja en compas de mi agitacion, obstruido mi pensamiento por el panico que me atenazaba deje que se acercaran, senti una presion en cada musculo que me pertenecia, mi boca no podia articular y el aire le faltaba a mis pulpones, cuando en el punto algido de perder el conociemiento, las ataduras invisibles me liberan.
Otra noche me encontraba en la cocina por un vaso de agua a mi regreso a la cama, el vaho de alguna persona sopla mi nuca, erizando mis sentidos y crispandome de miedo, yo trazaba admirables dibujos que podian tener asideros con la realidad, luego de que en las noches ulteriores seguieran la estela de sucesos escalofriante logre retratarlo, un hombre alto con sombreo puntiagudo delineado su silueta, unos ojos amarillos y una sonrisa extendida en su rostro de oreja a oreja.
Abstraido e inmerso en reflexiones mis ojos comenzaron a pesarme, enfocaba en penumbras mi habitacion, a la postre una neblina densa servia de bisagra entre la realidad y el sueño que se efectuaba. Pusilanime me mostraba ante que en una de esas sumergidas en mi sueño presencia la nitida aparicion de la truculenta cara ya descrita.
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